Coronavirus y el Efecto Tiburón

Vale, ya está todo claro. Las autoridades han hablado: el coronavirus es como una gripe y no reviste gravedad y por eso plantean anular los Juegos Olímpicos y abolir el derecho de reunión y la libre circulación, porque la situación es de una levedad histórica. Todo diáfano.

Por su parte, la ciudadanía está actuando como es propio de la ciudadanía, haciendo acopio de víveres y mascarillas como si estuviéramos en el umbral de un holocausto zombi. Si durante los peores momentos del SIDA se hubiera hecho acopio de condones con este fervor religioso, Queen seguiría sacando discos.

La ciudadanía hace lo que puede, pobrecita mía: los periódicos llevan semanas poniendo en primera plana que el coronavirus no es grave, pero ahí está: en portada. Como si nos fuésemos a leer el cuerpo de la noticia. ¡Ni que fuéramos intelectuales! Además, The Walking Dead va por la enésima temporada y está todo el mundo a un susto del degüello.

Pero quizás haya otro factor que esté afectando de forma un poco más subterránea. Estoy hablando de un escualo.

El alcalde de Amity

Tiburón es el título de la película que me ha impedido bañarme tranquilamente desde mi adolescencia. Como el gafapasta de excelente visión que soy, mi trauma proviene en realidad del libro en el que Spielberg basó su película. Me explico: en la primera escena de la novela se describe cómo una joven se adentra en el mar para darse un bañito de madrugada. Siente un tirón en la rodilla, acerca la mano a la pierna y no se la encuentra. El escuálido escualo se la ha arrancado y ella no se había dado cuenta. Desde entonces, ya esté en el mar, en la piscina o en un jacuzzi, yo no tengo miedo a que un tiburón me coma, tengo miedo a que se me lleve la pierna y ni siquiera me entere. Un poco como me pasa con el banco y las comisiones.

La historia continúa como todos ya sabemos: tiburón que mata gente, alcalde que no quiere cerrar las playas en la época de mayor facturación del verano. A fin de cuentas, un tiburón no es más que un arenque que ha ido al gimnasio. Y eso creo que es lo que nos pasa al común de los ciudadanos: que ya no sabemos cuándo una amenaza es real y cuándo se trata de las autoridades que no quieren cerrar la playa.

Pero hay algo más: Cualquiera con dos dedos de frente puede entender que esta infección no es tan grave, pero nadie quiere ser el alcalde de Amity, el pueblo de Tiburón1. Nadie quiere arriesgarse a mantener la feria de remolacha del condado y que luego un ataque de zombis asesinos de extrema derecha nos hagan perder la vida o, peor aún, las elecciones. En esto consiste el Efecto Tiburón.

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¡No encuentro las pien-nas! ¿Cómo? ¿Como que es de otra película?

Influencers y virales

Por supuesto, siempre nos quedarán las opiniones expertas. Pero de un tiempo a esta parte, a pesar de tener más información que nunca, parece más difícil saber de quién fiarse. «Credibilidad» es creerte lo que dice una figura pública aunque no tengas manera de comprobar si lo que dice es cierto, ni le conozcas directamente.

La cuestión es que en la actualidad es difícil distinguir a un influencer de un experto. Veamos esto en marcha cuando tienes una crisis sanitaria global de ninguna importancia:

Pedro Cavadas es un cirujano muy mediático por su capacidad profesional y por su labor humanitaria. Por eso, cuando hace un vídeo2 diciendo que China miente, que el coronavirus es una enfermedad muy grave y que los afectados son muchos más de los que dice el gobierno chino la repercusión es alta. La difusión es instantánea, lo que implica viralidad.

El único problema es que está hablando de un tema que desconoce, y que las credenciales que alega para autorizarse son insuficientes. Dicho de otra manera, está opinando. Las autoridades le desdicen, pero él cree que el alcalde de Amity quiere mantener las playas abiertas a sabiendas de que hay un tiburón. Porque él lo sabe. Mucha gente dice que si Cavadas dice, que algo habrá. Que hay un tiburón suelto.

En el sentido opuesto, Lorenzo Milá se ha hecho famoso por «estar harto». Es el otro vídeo que, junto al de Cavadas, resume la situación. En realidad, Lorenzo Milá no se muestra especialmente exaltado, a pesar de lo que digan en twitter3, sino que hace un ejercicio de comunicación periodística consistente en exponer datos de las autoridades. Que dejemos de tratar como si fuesen los jinetes del Apocalipsis algo que parece no ser mucho más grave que una gripe, no porque lo diga él, sino por la evidencia que se acumula en ese sentido.

-¡Y se abrió el Oceano, y salió la bestia del Apocalipsis, y de su cabeza brotó el Leviatán…!
-De verdad, qué creído te lo tienes, Jose Alfredo…

Opiniones en el mundo del tremending topic

Y en esto consiste la credibilidad en el mundo Twitter. Vivimos en una realidad compleja e interconectada en el que nuestra confianza en las instituciones está bajo mínimos, así que estamos dispuestos a creernos lo que nos diga cualquier cuñado en internet, siempre que se acerque mínimamente a nuestras ideas instauradas. Además, tenemos un algoritmo en google, facebook, twitter… dando resonancia a opiniones similares a las nuestras y desautorizando las contrarias.

Esto ya es grave en el día a día, pero cuando hay una (posible) alerta sanitaria parece que nuestra especie esté preparando oposiciones para la extinción.

En realidad, a día de hoy, el titular periodístico no debiera ser la enfermedad, sino la reacción social a la enfermedad. Es una cuestión más sociológica que sanitaria, porque cuando la gente cree que hay una crisis, hay una crisis: guardas las ovejas cuando crees que viene el lobo, venga o no.

La culpa de todo la tiene el alcalde de Amity. Quizás lo mejor sea mantener la prudencia y decretar un permiso domiciliario remunerado de 14 días de siesta y Netflix. Change.org ya. Yo firmo.


  1. ¿Por qué me acuerdo del nombre de la ciudad? Maldita memoria que me maneja a su antojo ↩︎
  2. No he encontrado el vídeo original ↩︎
  3. En twitter la gente no discrepa,hace zascas ↩︎

5 comentarios

  1. Hola Chus. Qué tal todo con la criatura?
    Muy de acuerdo con algunas de las cosas que dices en este artículo. Yo también estoy muy despistado con la discrepancia entre las cifras de la epidemia y la reacción oficial a la misma. Sin embargo, también es cierto que podría explicarse que el alcalde de Amity reaccione así, pero luego ves otros alcaldes de otros pueblos, con otros intereses e incluso abiertamente hostiles al primer alcalde que también se ponen nerviosos y eso ya no cuadra tanto. Veamos en qué para todo esto.

    En todo caso, otra reflexión sería qué entendemos por tiburón. Si te esperas un bicharraco de 9 metros como el de la peli y luego ves una tintorera, pues no deja de ser un tiburón, pero seguro que provoca decepciones. Me refiero a que si alguien espera que esto sea la epidemia que nos borre de la faz de la tierra, pues no parece probable. Pero según algunos expertos, podría tener una mortalidad 10 veces superior a la gripe… lo que nos llevaría a unos 6 millones de muertos en el mundo (especialmente entre mayores de 60 años). Además, mirando las cifras que se actualizan en john hopkins y demás, en algunos países, hasta el 10% de los casos declarados están graves. Con 100 personas no pasa nada, pero si son 100.000, no hay sistema sanitario que aguante.

    Por último, ¿has hecho una referencia cruzada o te has liado con la cita de Rambo? Él sí dijo lo de «no encuentro las piernas» (aunque se refería a las de otra persona), no lo de «no siento las piernas» (que creo que se oye en «El cazador» en boca de un personaje que ha pasado demasiado tiempo en un río). Si es referencia cruzada: «¡Bravo! Digno de un as de la pluma como tú». Si es que te has liado: «Ya no eres el que eras, si es que alguna vez lo fuiste».

    Salud

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    • ¡Hola!

      Empiezo por Rambo, que no se enfade: mi idea, efectivamente, era hacer referencia al comienzo de la novela de *Tiburón* que cito un poco más arriba y, al tiempo, hacer un chiste tonto con el hecho de que tanta gente piense que lo que dice es que «no siente las piernas». Al principio hacía referencia explicita a esa confusión, pero lo quité en la versión final. Tiembla, Proust.

      Estoy de acuerdo con lo que comentas, en líneas generales. Mi idea central es que yo, al igual que la mayoría de la población, carezco de la capacidad, tiempo o conocimientos suficientes para hacer una estimación realista del riesgo efectivo que representa esta epidemia y tengo que utilizar heurísticos. El más habitual en un tema así es «qué dicen las autoridades competentes». El problema es que las autoridades están diciendo: «No hay nada que temer, la situación está bajo control. No vean a gente y no salgan de casa, pero por otra cosa». Es cómico.

      Para acabar con las risas, te dicen que la cosa no es tan grave al tiempo que TODOS los periódicos tienen un contador con el número de infectados en portada. Porque la cosa no es grave.

      Mientras escribo esto leo que han confirmado el primer caso en Asturias. Si estas son mis últimas letras, quiero un funeral vikingo.

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  2. Es cierto, es difícil sacar en claro qué pasa a partir de las declaraciones oficiales. Parece como cuando en Mars Attacks los marcianos están machacando a la gente mientras por los altavoces proclaman: «No huyan, somos sus amigos». Desde luego no es un consuelo para las personas y familias a las que les ha tocado (ya decía el humanista Stalin: Una muerte es una desgracia, un millón, estadística), pero hasta la fecha, las cifras parecen modestas como para justificar esta cobertura mediática y las posturas de los gobiernos, afirmando y negando al mismo tiempo, como tú dices,.

    Por otro lado, examinando las estadísticas, parece que están locas completamente: en Italia tienes al 10% de las personas diagnosticadas en situación grave o crítica, mientras que en Corea del Sur no llega al 0,3% de las diagnosticadas… Seguramente falten datos. Pero en sitios con población envejecida puede ser un golpe (¿Asturias?).

    Veremos a dónde nos lleva esto, pero tomamos nota de tu testamento vital… aunque los datos indican que tengo el doble de posibilidades que tú de irme antes. Abrazos.

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  3. Ja ja, no sé si has visto esto:
    https://www.eldiario.es/internacional/Coronavirus-Boris-Johnson_0_1006149762.html

    «Y por eso, mi héroe político es el alcalde de ‘Tiburón'». Tras las risas del público, continuó: «Sí, porque él mantuvo abiertas las playas», dijo elevando la voz. «Sí, él rechazó, desdeñó y anuló todas esas estúpidas regulaciones sobre salud y seguridad y anunció que la gente debía nadar. ¡NADAR!». Más risas. Una pausa perfecta para plantear los pequeños inconvenientes. «Eso sí, acepto que a resultas de ello el tiburón se comió a algunos niños. ¿Pero cuánto placer obtuvo la MAYORÍA en esas playas gracias a la valentía del alcalde de ‘Tiburón’?».

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