Isabel II, Peppa Pig y las cosas del querer

Isabel II

A veces la medicina privada produce efectos fascinantes. Miren, por ejemplo, a los médicos de Isabel II: no hace ni un día que mostraron «preocupación» por el estado de salud de la monarca y a estas horas ya se está preparando su funeral: A eso le llamo yo «productividad». No quiero parecer pájaro de mal agüero, pero, si en alguna ocasión oigo a los arquitectos de la Corona comentar que lo mismo había que hacer alguna reforma en el Palacio de Buckingham yo me alejaría de la zona, no vaya a haber algún Derrumbe Real. Luego nos quejamos de que en el Centro de Salud tardan en darnos cita.

No me atrevo a valorar el reinado de Isabel II ni su calidad personal porque hace tiempo que me cuesta considerarla un ser humano. Lo digo en el buen sentido, entiéndanme1. Isabel II no era una persona, era otra cosa, una de los escasas verdades inmutables de nuestro tiempo, como el cielo o los océanos. Se podía calcular dónde estaba el norte calibrando a partir de su posición, dicen algunas cartografías.

«Es un catarro. En dos días, como nuevo»

Y por eso creo que la desaparición de Isabel II nos produce desasosiego. Es como si desapareciese la montaña que ves por la ventana. No te planteas si un accidente geográfico es bueno o malo, sencillamente está ahí. Y su desaparición nos obliga a enfrentarnos a nuestra propia mortalidad, que es una tarea que solemos preferir dejar para mañana.

El reinado de Isabel II deja muchos momentos históricos e, incluso, cinematográficos. Por ejemplo, creo que muchos nos acercamos a su figura a través de la producción de Netflix «The Crown», que ya ha anunciado que pausa la producción de su quinta temporada, quizás porque la realidad nos acaba de hacer el mayor de los spoilers.

Pero, en mi opinión, la cumbre del reinado de Isabel II fue su aparición en Peppa Pig en 2012. No sé ustedes, pero a mí, si me dan a elegir entre reinar o aparecer en la icónica serie de dibujos, elijo sin dudarlo lo segundo. La imagen de la reina sentada en el trono, haciendo calceta y diciendo que no suele llevar la corona porque «es muy pesada» ha hecho, probablemente, más por su imagen pública que muchas de las campañas institucionales de apoyo a la corona.

Peppa Pig

Hablemos de Peppa Pig. Es una serie de dibujos que me recuerda a esa típica persona con la que no acabas de conectar pero es demasiado maja como para que no acabe cayéndote bien. Porque a Peppa Pig le gusta agradar. Por ejemplo, en los primeros episodios la familia protagonista iba en el coche sin cinturón de seguridad, lo que provocó quejas (justificadas) que alegaban que podía favorecer conductas de riesgo al volante. La productora reaccionó rápidamente, retocando los episodios ya emitidos para incluirlos.

No solo eso. Peppa tiene una agradable pretensión de inclusión en varios ámbitos. El propio nombre de Peppa (apócope de Giuseppa) o de otros como Pedro Pony sugieren orígenes internacionales (aunque los comportamientos sean puramente british). También se muestran sin alharacas familias monoparentales. Además, con el tiempo, han ido puliendo algunos de sus debes más evidentes, como con la presentación de Mandy Mousse, un personaje con diversidad funcional que (dicen2) es tratado por la narración con exquisita naturalidad.

Pero no todo son luces. La verdad es que Peppa Pig, a veces, huele un poco a cerrado, especialmente en su perspectiva de género. Por ejemplo, a Peppa se la describe como «un poco mandona y charlatana» (¿adjetivarían así a un niño varón?). Las madres suelen trabajar en casa y los padres suelen ser tradicionalmente torpes en los temas de cuidado, con desastres culinarios incluidos. No es nada que llegue (creo) a ser ofensivo, e incluso a veces diría que, derrapando, llega a entrar en el terreno de la sátira feminista, como cuando Mummy Sheep le explica, suavesito, a Daddy Pig que está buscando el motor de la furgoneta en el lado equivocado.

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(La imagen es así de mala porque Netflix no deja hacer capturas de pantalla. Gracias, Netflix)

Las cosas del querer

Por eso no me sorprende, aunque me resulta sumamente agradable, cuando una serie como Peppa Pig decide normalizar la existencia de distintos tipos de familias, como acaba de hacer con la presentación de Penny Polar, que tiene dos madres. «Una es doctora y la otra cocina espaguetis», nos dicen.

Al parecer, la serie estaría aceptando las sugerencias3 de que la exposición infantil a familias diversas resulta beneficioso, lo cual me parece, como poco, razonable.

Por supuesto, no ha faltado la legión de haters que consideran que mostrar parejas homosexuales puede hacer explotar el cerebro de los niños. El cerebro de los niños, dicen, puede tolerar sin problemas ver a cerdos, osos polares, conejos, elefantes y otras muchas especies bipedestando, con pantalones y comiendo espaguetis con tenedor sentados en la mesa de la cocina, pero ¿homosexuales? Eso (dicen) es demasiado.

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Están comiendo espaguetis sin tomate, pero hay gente que cree que lo preocupante es su orientación sexual

En fin, me parece una obviedad tener que decir que las representaciones de la diversidad en los medios culturales no solo son posibles, sino deseables, pero, dado que hay gente a la que le parece mal, habrá que insistir, no vayan a pensar que todos opinamos lo mismo.

Además, si tanto Isabel II como las parejas del mismo sexo aparecen en Peppa Pig… ¿no podemos entender que la monarca lo aprueba? Cielos, igual no. Espero que la emisión del episodio no fuera el golpe definitivo en su delicada salud. Para evitar líos, el CM de Peppa Pig se ha apresurado a celebrar la vida de la finada monarca en twitter.

Mientras intentamos resolver el misterio, les dejo con la gran pregunta que estos dibujos animados nos plantean: En Peppa Pig hay un médico y una veterinaria. ¿Cómo se reparten el trabajo?

Investigaremos viendo algún episodio. Que dios salve a la cerda. Sean felices.


  1. Si tal cosa es posible. ↩︎
  2. No he podido verlo en persona. Netflix no me llega hasta esos episodios y si me pongo a buscarlo por internet no escribo entradas para el blog. ↩︎
  3. Con recogida de firmas online incluida, dado que estamos en el siglo XXI ↩︎

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