Contra toda la violencia, contra ninguna violencia

Acabo de pasar por delante de una institución educativa, y en su fachada colgaba una pancarta: “Contra todas las violencias, respeto”. Qué bien ¿verdad? La violencia está muy mal, sobre todo cuando te pilla en el lado de recibirla. Claro que sí. Contra toda la violencia.

Si cierro los ojos puedo imaginarme ese centro el día 1 de diciembre, día mundial contra el VIH. Allí, en su pared, ondeará orgullosa la pancarta: “Contra todas las enfermedades, respeto”. Porque no vamos a hacer de menos a las demás enfermedades por darle visibilidad a una ¿verdad? Y mientras escribo estas líneas, me los imagino, afanosos, preparando su cártel de “A favor de todos los planetas: respect” para cuando llegue el Día de la Tierra.

Aretha Franklin fue víctima de violencia de género. Su éxito, «Respect», compuesta por Otis Redding, es un magnífico ejercicio de resignificación feminista

Pero reconozco que me siento un poco confuso. Porque, cuando se aprobó la última ley educativa, en este colegio no colgaron una pancarta que dijera “Contra Todas las Reformas Educativas” o “Contra Todas las Leyes”. Ni siquiera una que dijera “Contra el Estado de derecho”. No, su pancarta particularizaba de forma muy directa contra una ley específica.

A veces el contexto lo es todo. Por ejemplo, si dices que estás en contra “de todas las violencias” en el marco del actual conflicto palestino-israelí, se entiende que te estás posicionando contra los actos de terrorismo de todas las partes, incluido el de Estado. Si lo dices en una asamblea de la Real Federaçió Ejpañola de Fumbo, se entiende que te posicionas contra los comportamientos violentos de las hinchadas. En cambio, si dices que estás en contra de todas las violencias el 25 de noviembre, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer, puede entenderse como una crítica al concepto mismo de violencia de género. Esta tesis negacionista no es neutral y no es universal: es una declaración política defendida de forma institucional por partidos muy concretos del arco parlamentario. Así que la pancarta de este centro es tan política, o más, que la que protestaba hace unos meses por una reforma legislativa.

“Contra la violencia, respeto”, dicen. Es una forma interesante de expresarlo. La verdad, cuando te están golpeando es posible que el momento del respeto se te haya quedado un poco atrás. No entiendo la relación. Es como si dijeran “Contra la violencia, turismo”. ¿Lo pillan? Si los violentos se van de viaje no pueden ejercer la violencia. Vale, no; tampoco tiene sentido.

«Contra la violencia, turismo». No, no tiene gracia.

La verdad, si no querían adherirse a los mensajes institucionales más al uso o si les daba urticaria decir “violencia de género”, al menos podían haber optado por decir “Contra la violencia, educación”. ¿Lo pillan? Es porque es un centro educativo, pero también por toda la gente que dice que la violencia es un problema educativo y ya, así que no hacen falta (les oigo pensar) juzgados, ni programas de protección, ni evaluación de riesgos ni nada. Respeto y Educación. Ya si hubieran dicho “Contra la violencia, educación concertada” unían sus dos pasiones en una sola pancarta.

No lo sé, a mí todo esto de “contra todas las violencias” me sigue sonando como decir “contra todas las enfermedades” para justificar tu negativa a apoyar la investigación contra el cáncer porque es que tú quieres que se investiguen todas las enfermedades por igual. Eso es, una excusa. Una excusa mala. Cutre. Egoísta. Decir que estás contra todas las violencias es tan (in)útil como decir que no estás en contra de ninguna.

En fin. Estoy deseando que llegue el 8 de marzo, a ver si celebran el día de la mujer o si, de forma más general, prefieren manifestarse a favor de todos los sexos. Me pueden los nervios.

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