Brindar: Los peligros ocultos de un acto sin importancia

Una señora de Murcia brindó mal en una reunión de alumnas de su antiguo colegio y ahora su coche hace un ruidito cada vez que mete quinta. Un señor de Albacete brindó con escaso entusiasmo en su comida de jubilación y ahora la ropa le encoge al poner el programa de tejidos delicados. Si son de esa gente que cree que brindar es un acto sin importancia, piénsenlo dos veces, porque hablamos de cosas serias.

Sé lo que me van a decir. Que ya saben brindar. Pero, como casi siempre, las cosas no son tan sencillas como parecen. Porque a la hora de alzar sus copas existen dos escuelas de pensamiento distintas y hasta cierto punto irreconciliables1: la gente que cree que es suficiente con un brindis grupal creando un gran circulo en el centro de la mesa (escuela circular) y la que piensa que es necesario entrechocar cada copa una por una con el resto (escuela combinatoria). Y la historia del mundo se puede resumir en la dialéctica entre estas dos posturas.

En realidad, ambas escuelas se necesitan tanto como se odian. Si han compartido mesa con más de seis integrantes de la escuela combinatoria habrán visto que es casi imposible comer el primer plato caliente, salvo que un par de circulares aceleren el proceso. En cambio, si toda la mesa está compuesta por circulares, brindar pierde la mayor parte de su sentido y se convierte en mera gimnasia sin sustancia2.

La escuela circular y la escuela combinatoria son el partido demócrata y republicano del brindis. Porque, aunque también existen otros grupúsculos con opiniones distintas, nadie los tiene demasiado en cuenta porque nunca van a ganar las elecciones. Por ejemplo, la gente que se pone a beber sin brindar. O la que rechaza los brindis porque “está tomando agua”. O la gente que no bebe nada en las comidas porque está haciendo una dieta neopaleopresbiteriana. Opciones minoritarias.

Ultimacena
«Judas ¿es agua lo que tienes en esa copa, pedazo de cabrón?»

Pero, escuelas aparte, brindar tiene sus reglas explícitas, y conocerlas es imprescindible para la supervivencia (social y biológica). Hay cierto acuerdo en la parte de alzar la copa mientras se propone un motivo de brindis, pero existen discrepancias sobre los líquidos válidos. Por ejemplo: está bien brindar con vino o cerveza, es de discutible gusto brindar con refrescos o chupitos, está mal brindar con café y hay un infierno reservado para las personas que brindan con agua3. No parece que estas leyes beban de la tradición del Derecho Natural, ni la Declaración Universal de Derechos Humanos se pronuncia al respecto, pero estos preceptos se cumplen con más virulencia que los de las Tablas de la Ley.

Seguro que han oído hablar de los múltiples orígenes del brindis: Que si se hacía en el medievo o en la antigua Roma para mezclar las bebidas y prevenir envenenamientos entre rivales. Que si es una modificación de las antiguas libaciones realizadas para honra de antepasados o deidades. En realidad, la cruda verdad es que no sabemos a ciencia cierta por qué lo hacemos4. Nos pasa con muchas actividades de nuestra, en ocasiones, absurda existencia social. Tenemos un comportamiento raro y buscamos la justificación mirando a ver quién tenía ese comportamiento raro antes. Si lo que averiguamos nos gusta, entonces lo llamamos tradición.

Porque no sé si alguna vez se han fijado en la importancia de brindar. Es difícil ofender a una persona más de lo que la ofendes rechazando un brindis5. La gente se deja de hablar y se rompen amistades por no corresponder a la copa en alto cuando tocaba hacerlo. Está en la lista de esas actividades que no tiene mayor importancia hacer pero tiene grandes consecuencias rechazar, aunque implique no llevar nada a la boca por estar sujetando la copa en alto cada treinta segundos y no hayas desayunado nada anticipándote a las berenjenas caramelizadas con salsa bullabesa tan famosas de este restaurante.

Esto nos lleva a otra difícil cuestión ¿cuantos brindis por comida son apropiados? Yo diría que tres es un buen número: uno al comienzo, otro en los postres, y un tercero reservado para el gran anuncio. Porque les confieso que desde hace unos años voy a las comidas con miedo. Antes6 se montaba una comida por motivos tan abtrusos como que fuera viernes, pero ahora es difícil superar los postres de una comida formal sin que alguien anuncie su próxima boda, reproducción, mudanza, cambio de trabajo o funeral, y yo ya no tengo el corazón para sustos. Esa es quizás la función antropológica más importante del brindis: crear una distracción para pillarte con la guardia baja. Es difícil decir que “no” con la copa en alto y la sonrisa en la boca. Por eso es tan habitual pedir matrimonio brindando, y por eso es importante tener preparada (y, hasta cierto punto, automatizada) la manera de brindar, para poder hacer los cálculos mentales que correspondan a la situación. Brindar es como hacer una finta social.

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“Hale, Robert, un brindis más y te marchas ya de caza”

Pero volvamos al tema principal: Les invito a que mediten a qué escuela del brindis pertenecen, la circular o la combinatoria. Porque cada persona tiene una tendencia marcada por una u otra, y es útil tenerla en cuenta para poder manejarse en toda situación social con gracia y salero. Además, si aceptamos que el objetivo actual del alzar y entrechocar de copas es básicamente informativo-celebrativo7 pertenecer a una u otra escuela puede ser un indicio de nuestra forma de andar por el mundo, según tengamos una perspectiva más centrada en el consentimiento individual (y nos lleve a celebrar copa por copa) o en la asimilación de lo idiosincrático con lo común (y nos lleve a una gran unión de copas en el centro).

Aunque, en realidad, existe una tercera escuela de brindis que se mueve en las sombras: La de la gente que se queda a la expectativa, participa en el brindis común y luego va cazando las copas de la escuela combinatoria que han quedado en el aire sin nadie con quien celebrar. Al evitar el desaire de la copa solitaria crean un nexo entre lo individual y lo común y evitan la discordia y el caos. Porque, me van a perdonar que me ponga hegeliano8, pero muchas veces el mundo sobrevive gracias a esas personas que tienden puentes entre las diferencias, y en las que nadie se fija. Son como pequeños electrones, comportándose ora como onda, ora como corpúsculo, y dotando de sustancia al universo.

Y es que se habla mucho de qué es lo que realmente define a la humanidad: que si los pulgares opuestos, un cierto nivel de inteligencia, la capacidad de realizar representaciones mentales, el arte, honrar a los difuntos… Yo creo que lo que realmente nos define es nuestra capacidad de complicarnos hasta extremos inauditos en aspectos de la existencia tan aparentemente sencillos como beber de una copa y, aún así, de disfrutar con ello. Dejamos ya si eso para otro día los cubiertos.

¡Salud!


  1. Y según sigan una u otra su vida puede derivar por derroteros muy dispares 
  2. Es como el sexo sin amor. No, como el amor sin sexo. ¡No, esperen! es como el sexo sin sexo. (…) Bueno, que es muy malo. 
  3. En La boda roja de Juego de Tronos los Stark brindaron con agua. Búsquenlo, búsquenlo] 
  4. Si tengo que elegir, a mí me gusta la idea de que en un momento determinado se sustituyeron las libaciones a dioses lejanos por un mero gesto de levantar el vaso al aire y descender el contenido a la garganta. 
  5. Se sabe de náufragos rescatados tras semanas a la deriva en frágiles esquifes y, sentados a la mesa del capitán, con sus harapos bordeando la desintegración y al borde del colapso nervioso, no osaban tocar alimento alguno hasta haber brindado como correspondía por su rescate, por el temor de ser retornados al agua. 
  6. “Antes” es ese nebuloso periodo de tiempo en que las resacas se pasaban rápido y la música alta no resultaba molesta. 
  7. O la conmemoración, como cuando brindas, por ejemplo, por personas ausentes. 
  8. Yo me pongo hegeliano con cierta frecuencia, especialmente hacia el final de los posts 

2 comentarios

  1. ¡Ay! Yo soy de la tercera escuela… aunque no entiendo eso de moverse en las sombras 😃 Y los cubiertos… ¡eso sí que da para una gran historia! ¡Kampai! かんぱい!🍷

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    • Yo soy circular, aunque luego vaya también brindando con las copas rezagadas para evitar conflictos diplomáticos. Brindar es un deporte de riesgo.

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