Por favor, Superderecha, perdóname si no te llamo bien. Últimamente me tienes confundido. No sé si te tengo que llamar extrema derecha, ultraderecha, PepeCiudaVox, trifachito, Fundación-Francisco-Franco-de-Todos-los-Santos o cómo. Y no quisiera ofenderte cuando te tengo tanto que agradecer.
Porque, mira, Superderecha, yo, como buen ciudadano de mi país, desconfío de la política. Pero, puestos a tener gobierno, pues prefiero uno progresista. O al menos que lo parezca. Que disimulen. Ya sabes, como el chiste, «qué prefieres, susto o muerte». Pues eso, que prefiero susto.
Y mira que tenemos experiencia como para saber que, de cara a armártela, nadie como un gobierno de «izquierdas». Qué reconversiones industriales nos hacen. Qué reformas laborales. Temblando me quedo de pensarlo.
Por eso, cuando frente a una proposición razonable y con amplia demanda social como un proyecto de ley de eutanasia, sales diciendo que «es una ley para convertir al Estado en una máquina de matar» o un sistema para pagar menos pensiones, pues a uno se le empaña el corazón y siente la gratitud rebosando por el favor que nos haces. Ya te digo que soy un sentimental.
Ya sé que no es por matar a nadie, que no tienes dilemas morales con eso. Con matar a otros colectivos, me refiero. A fin de cuentas, quieres meter tanques en Cataluña, poner metralletas en las fronteras, dar manga ancha a los asesinos de mujeres. Así que es normal que cuando se propone una medida encaminada a reducir el sufrimiento insoportable te pongas en lo peor. El mundo gana con el sufrimiento de los pobres, ¿verdad, Superderecha?
Estoy seguro que hasta dentro de tus huestes habrá gente que se sienta asqueada con lo que has insinuado esta semana. Sé que te gustaría poder identificar a esa «derechita cobarde» entre tus votantes, a quienes creen que has metido la pata hasta el corvejón, para poder apedrearles como es debido. Para «darles su merecido», seguro que dirías. Seguro que hasta sientes un poquito de asco de tus votantes, Superderecha. Seguro que crees que no están a tu altura.
Y habrá quienes ya tengan suficiente, porque una cosa es votarte por hartazgo, desidia o aburrimiento y otra ser cómplice de lo que estás diciendo. Que sí, que tienes tiempo, que esto lo arreglas en la próxima crisis. Que no tardará. Claro que sí, vidi. Pero tendrás que espabilar mucho, Superderecha, porque fíjate que te teníamos miedo y hasta ahora sólo nos estás dando risa. Por lo que, de verdad, muchas gracias.
Ya no me extiendo más. Dicen que cuando el enemigo se equivoca es importante no distraerle. Así que tú a lo tuyo, querida Superderecha. Tú a lo tuyo.