Escuchando música

Mientras un hombre te dice que pa pasar el rato podéis ser felices los cuatro, otro(s) andan diciendo por la calle que sólo le eres fiel al viento que nunca hizo falta para levantar tu falda cada día de por medio. No sé cómo te las arreglas, parece la moraleja, que eres una reprimida o una ramera.

Enrique Iglesias consigue hacerlo todavía más esquizoide, al decirte en un verso que no le importa que vivas con él (con el otro) porque sabe que con quien sueñas es con él (con Enrique), y lo sabes, para decirte al llegar a la siguiente estrofa que te decidas, que te quedas o te vas y que a él no le busques más. Total, que llegas al estribillo teniendo que elegir si te duele el corazón o los pies, cuando a lo mejor lo único que te apetecía era salir a bailar un rato, o quizás explorar tus posibilidades sin que te diesen la turra, como puede hacer cualquier hombre sin que le pongan epítetos negativos desde la noche de los tiempos.

Ultimamente, cuando Shakira, la estrella colombiana, graba canciones de amorío con otros incluye la clausula Piqué, alguna referencia que deje claro al mundo todo que en realidad ella es una mujer conquistada incluso en el plano simbólico de su creación artística. Ya se sabe que Piqué es muy Piqué. Diría que es muy cromañón, pero parece que aquella sociedad no era tan machista como la nuestra o, al menos, no tanto como el central del Barça.

Pero sigamos con la lista de reproducción.

Malú te regala su amor, su vida, a pesar del dolor eres tú quien la inspira. Porque no sois perfectos, sólo polos opuestos. Contigo porque me matas y ahora sin ti ya no vivo. Testimonio que puedes imaginarte con facilidad en labios de mujer maltratada o al menos como parte de la «entrega» imprescindible para llegar a esos extremos. Porque ser maltratada es el extremo, es el final de un largo camino empedrado de machismos. Ya sabes, tú das y él recibe, porque si no tú recibes. Tú eres quien me hace llorar pero sólo tú me puedes consolar.1

Y ya que estamos hablando de matar gente, Sabina presenta un amplio listado de cosas que no quiere, pero quiere morirse contigo si te matas y matarse contigo si te mueres. El amor y la muerte tienen una larga historia en común, pero hay algo en ese credo que no acaba de sonar bien. Eros y Tanatos, que diría Freud. El problema es que el «morirse» de Sabina suena metafórico, como cuando te mueres de tristeza y su «si te matas» suena más a ingreso en urgencias a las 3 de la mañana tras haberte «caído» por la ventana o haber vaciado el bote de ansiolíticos. Llámenme pazguato, pero a mí no me gusta que se mueran por mí. Es lo que tengo, que me gusta que la gente viva.

Freud, tras sentar las bases del psicoanálisis, tuvo tiempo de desarrollar una exitosa línea de supermercados que aún hoy perdura.
Freud, tras sentar las bases del psicoanálisis, tuvo tiempo de desarrollar una exitosa línea de supermercados que aún hoy perdura.
Amaral dice que sin ti no es nada, ni disco de platino ni gaitas en vinagre. Que no tiene planes más allá de esta cena, dice en otro momento, y que esta noche moriría por vos. Qué obsesión por morir… 2

La cosa trasciende el eje político de derechas e izquierdas en un ejercicio de transversalidad digno de mejor esfuerzo. Loquillo dice que sólo quiere matarla, porque él estaba muy enamorado y ella jamás perdió el control. Vamos, que si la mujer es apasionada la acaban matando y si la mujer es calculadora la acaban matando. Luego nos han dicho que no hemos entendido que la canción en realidad era una crítica del maltrato. Que digan lo que quieran, pero a mí me parece lo que me parece, oigan… (Y a Loquillo, por cierto, también)

Incluso mi querido Krahe fue a degollar a Marieta, aunque la bella, la traidora de un soponcio se le había muerto ya. Es de hace tiempo, lo sé; es humorístico, lo sé. Pero también es una forma de legitimación (o quizás sería más correcto decir de normalización) del maltrato en una época en que, acéptenlo si quieren como atenuante, el maltrato era normal. Al menos más normal que ahora. Ya recordarán ustedes aquello de «mi marido me pega lo normal«.

Amancio Prada, como oasis en medio de este desierto de amor tiránico, te quiere libre como arroyo que brinca de peña en peña pero no suya, aunque te quiera. No es mal punto de partida.

Ahora los miembros de la Comisión Permanente de la Academia Española del Pollaviejismo se escandalizan cuando les quieren quitar el amor romántico. Ellos, que son muy de escandalizarse cuando les quieren quitar cosas, y muy de escandalizarse, en general, cuando los demás se escandalizan por algo. Lo que no ven –lo que no quieren ver– es que el feminismo es una batalla que se pelea primero en nuestra mente. Cuando construimos una imagen del amor como «amor romántico», como algo por lo que hay que luchar, sufrir y morir estamos creando los modelos de comportamiento que más adelante nos enseñaran a ser machistas

En contra de lo que piensan los paladines del lenguaje políticamente incorrecto, ni yo ni la gente que piensa como yo queremos prohibir Otelo ni, en general, queremos prohibir canciones (aunque hay algunas que sí). Lo que quiero es que las canciones machistas suenen carcas, viejunas y desfasadas. Como lo que son. Como coletazos, estertores y gargajos de un mundo que no queremos y que no reconocemos como propio. Para eso necesitamos otros referentes, y no nos los van a dar los gigantes del establishment. En este sentido, no escuchar las grandes radioformulas, el discurso dominante, es una forma de resistencia.

Empezar un discurso diciendo que vas a ser «políticamente incorrecto» es una declaración de intenciones de que, en realidad, tu alocución va a recoger ideas rancias y ofensivas. Ser políticamente incorrecto es el nuevo «yo no soy machista, pero…». El problema no es de libertad de expresión o de elegir entre lo nuevo o lo viejo. El problema es aceptar mensajes erróneos, representaciones falsas, ideologías caducas y amargadas de machirulos fascistoides. En esta época de comunicaciones instantáneas basta con desempolvarse un poco la pereza para encontrar representaciones artísticas plenas y satisfactorias. Y si piensas que no hay música molona que no sea machista piensa otra vez.

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