Si un día para mi mal…

Por favor, que nadie se ofenda, pero la forma de cantar de Serrat no me entusiasma: me resulta cansado cómo sus vocales parecen no terminar nunca. Empieza con una «¡eeeeeeeiiiiiiieeeooo!» y a la quinta me pongo a pensar qué voy a poner de cena. Es capaz de convertir el nombre de Penélope en un endecasílabo.

Como compositor, ya lo aprecio más. Por ejemplo, no tengo apuro en reconocer que «Mediterráneo» es un obra maestra. Pero lo que más me gusta de esa canción es que tiene una estrofa que siempre me hace sonreír:

«Si un día para mi mal viene a buscarme la Parca
Empujad al mar mi barca con un levante otoñal
y dejad que el temporal desguace sus alas blancas»

Esta estrofa en la manifestación de optimismo más exacerbado que haya visto en mi vida. No dice «el día que me muera» o, por no desguazar del todo la métrica, «el día que para mi mal venga a buscarme la parca«. No, no; utiliza una condicional: «Si un día me muero«, y se queda tan ancho. Ole sus pedúnculos. Serrat habla de los planes para sus restos mortales como una contingencia, como un si eso. «Que no va a pasar, que no me voy a morir, pero bueno, yo ahí lo dejo, por si acaso».

Estoy de broma, como se pueden imaginar. «Mediterráneo» sigue una cronología humana contrapuesta (sin agobiar) al orden natural de la mar, con sus idas y venidas: La primera estrofa se centra en la niñez y primeros años, de amores entre las cañas (Serrat, granujilla); la segunda en la juventud y en la adquisición de experiencia, con el eterno mar yendo y viniendo; y la última, como no puede ser de otra forma, habla de la humana muerte, y de como esa muerte traerá nueva vida («mi cuerpo será camino/ le daré verde a los pinos«) mientras el Mediterráneo sigue a lo suyo.

Pero si consideramos el hecho de que Serrat publicó «Mediterráneo» en 1971 y que la canción fue escrita un año antes puede que haya un matiz importante. Como quiera que nació en 1943 podemos afirmar, realizando una compleja operación aritmética, que tenía 27 años cuando la escribió. Y a los 27 es más fácil escribir de la muerte en condicional: si tienes la certeza de que te vas a morir no pierdes tanto tiempo con las vocales.

En el fondo creo que Serrat es consciente de su propia mortalidad y, lo que es mejor, no tiene ningún problema con ella. A fin de cuentas, morirse es una cosa seria, pero no es para tanto. Hay cosas mucho peores que la muerte. No haber vivido, sin ir más lejos.

O quizás es al revés. A lo mejor sabe que no va a morir mientras el Mediterráneo siga yendo y viniendo, mientras sigan creciendo los árboles, mientras el mundo que conoció siga su camino. Quizás sabe que la muerte es un disfraz, es otra forma de darle nombre a las cosas. Una máscara, como la que se ponen las criaturas que inventaba Stan Lee para ir a salvar el mundo.

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