Twitter no es una red social. Twitter es un animal.
Si no lo alimentas cada día acabará desapareciendo, buscando atención en otra parte.
Nos gusta pensar que es bueno o malo, pero en su código no anida la moral. Parece doméstico, aunque sabemos que lo más probable es que sea salvaje. Si le das amor puede que te devuelva amor, pero también sabe castigarte con su indiferencia. Si le das odio es seguro que te lo devolverá con creces.
A veces te silba poesías que te harán bordear el llanto. Muchos días no te dejará escuchar tus propios pensamientos con sus graznidos desproporcionados. Porque tiene el aspecto de un pajarillo, pero las aves nunca han olvidado que fueron dinosaurios: gigantescos reptiles que te desgarran las tripas si te pillan desprevenido.
Puedes pensar que lo has domesticado. Le rascas la barriga, despreocupado, con una taza de café en la mano, y es entonces cuando se revuelve y te araña. ¿Qué ha pasado? Creía que éramos amigos. Muchas manos digitales han tenido que ser amputadas por su torpeza en el trato.
Algunos días es como un perrillo amistoso que, jugando por el parque, te ayuda a conocer a personas afines con las que compartes intereses. Otros días es como una jauría que disfruta revolcándose en sus propias heces. En Twitter es difícil quitarse el mal olor.
Hay gente que lo usa de montura y cabalgan lejos. Llegan a lugares increíbles. Se afanan en fotografiar esos paraísos y mostrárnoslos. Mira dónde puedes llegar. Mira qué éxito tengo. Podrías ser como yo si siguieras estos siete pasos. Visita mi Instagram. Págame un café en Patreon. Ven a mi Onlyfans.
Hay que tener cuidado con el encabritamiento. No viene mal tener a mano un collarín digital. Por si las moscas. Abundan.
Twitter es un animal que devora información y defeca trending topics. Que traga vientos y pedorrea tempestades. Pajarillo encantador de garras afiladas.