Un pájaro azul sobre Galapagar

Antes de que hubiese televisión, la política fue nuestro primer reality show. Que si nuestro ilustrísimo monarca ha hecho edredoning con Madame de Trendinpua; que si mira qué calzas ha traído el Patricio a la inauguración del acueducto. Cosas así. Incluso en la época de las democracias modernas, antes de que llegaran internet y sus halagos, todo el mundo estaba igualmente al tanto del color de la pana de las chaquetas del compañero Isidoro.

Ahora nos preocupa que la compañera Irene y el compañero Pablo se hayan comprado un chalé grande con una hipoteca chiquita, y todo esto es porque lo que más nos gusta del poder es saber cómo se viste. Que a Maria Antonieta le cortamos la cabeza, pero seguro que el día de su ejecución nos fijamos en el color de sus enaguas. Y ya se sabe que la austeridad es como la virtud, que está bien en teoría, pero mejor que la practiquen el resto.

Y es que ya no sabemos si es peor un progresista rico o un pobre de derechas. Qué se ha creído la gente. Comunistas que no pasan hambre, Ciudadanos que no llegan a fin de mes. Esto no pasaba en el Antiguo Régimen; no tendrías derechos fundamentales, pero al menos sabías cuál era tu lugar. Mucha Nueva Política, mucha superación del eje izquierda-derecha, pero yo tengo una sensación inenarrable de que esta serie ya la hemos visto, como si fuera un crossover de “Cuéntame” y “Verano Azul”.

La austeridad es como la virtud: está bien en teoría, pero mejor que la practiquen el resto.

Hace unos años, pasada la efervescencia de los 80 donde todo el mundo tenía opinión de todo, las productoras musicales empezaron a recomendar a sus nuevas voces que no se posicionasen ideológicamente, porque podía reducir las ventas. Ahora ese consejo se le da a la clase política, porque podría costar votos. Parece un chiste, pero hoy en día la ideología está mal vista en política. Tú no tengas ideas, a ver si le va a parecer mal a alguien. Lo que hay que hacer es Hacer las Cosas Bien®, y ya está. El día menos pensado se monta el Partido de Lo Vamos a Hacer Mejor1, y triunfo seguro. Para qué ideas. Hechos. ¿Qué vamos a hacer? Cosas. ¿Cómo las vamos a hacer? Bien. Quién necesita programa político. Haremos Las Cosas Bien®.

Podemos sustituir el Parlamento por una casa en Guadalix de la Sierra. Que compitan las élites bajo el escrutinio televisivo del electorado. Que superen en directo pruebas de oratoria, preguntas sobre el precio de consumo de productos básicos, exámenes de universidad privada (de titularidad pública) o competiciones de besado de bebés en los jardines de la urbanización. Elijamos las líneas base de la política interna mandando mensajes al 16211 a 120 céntimos el sms. Programemos campechanas visitas de Jefes de Estado. Reformemos el Código Penal al gusto del grupo parlamentario que logre antes que #ReformaSí alcance el trending topic. Hagamos la semana de la convalidación catódica de media carrera de Derecho. Y, si la democracia se nos queda corta, alcemos una Cúpula del Trueno donde entren dos candidaturas y salga un consenso.

Cuando el pájaro alzó el vuelo quedó más colmena que mente.

No sé qué ha podido fallar. Twitter iba a resucitar la democracia directa. Vino la primavera árabe y pensamos que nos volveríamos una suerte de superinteligencia, una mente-colmena, pero en libre y virtuoso. No quisimos ver que al alzar el pájaro el vuelo quedó más colmena que mente. Es verdad que las redes sociales han disparado la comunicación: lo malo es que también resalta el hecho de que la mayoría de lo que decimos son tonterías, incongruencias o insensateces. Eso de escuchar las opiniones de todo el mundo está muy bien, hasta que te pones a oírlas. Entonces echas de menos la época en que el correo postal tardaba en servir tres días dentro del mismo municipio. Comunicar muchas ideas y comunicar buenas ideas son cosas muy distintas.

Da igual lo que digan. El pájaro nos repite que a la mayoría de la gente no le gusta mandar, que está dispuesta a aceptar casi de todo con tal de no tener que hacerlo. Lo que nos gusta es que nos den un buen espectáculo, que mande quien mejor lo soporte, y que nos dejen un poco en paz con tal de que podamos quejarnos. Si la función fue buena facturamos el desfalco como salario, y santas pascuas. Por eso robar una crema antiaging es más grave que falsificar un máster, porque de lo primero tenemos grabación en video y lo segundo lo tenemos que imaginar.

Dejémonos de tonterías y abandonemos la democracia parlamentaria. Convirtámonos en el primer Estado que se gobierna por Twitter. Que la agenda se marque por trending topics. Que la toma de decisiones se dirima por zascas a favor y zascas en contra. Seamos como simios enjaulados que se lanzan tuits en lugar de heces.

Al menos olerá mejor que en los zoológicos.


  1. Si es que, ejem, todavía no existe… 

2 comentarios

  1. Hola, un par de comentarios (los numero por rapidez, no por brusquedad en mi respuesta, je je).

    1.- En mi opinión, a lo de la casa de Irene y Pablo se le ha dado mucha más repercusión de la que tiene. Medios de comunicación haciendo sangre por vender o por intereses político de terceros.
    2.- Dicho esto, el problema no es solo que «los comunistas deben vivir como cartujos», es que Pablo dijo que esto que se propone hacer era una de las características de la «casta». Y consideró que era importante cuánto constaba la casa y dónde estaba situada (esos políticos que viven en casas de lujo y alejados de los problemas de las personas de a pie). En mi opinión se trata más bien de una contradicción personal, y puede considerarse relativamente importante, ya que el tema de la casta y de cómo no representaba a la gente fue central en el discurso de presentación de su partido. Que sí, que anda que no hemos visto casos como este a diario y la vara de medir no fue la misma (ni lo será). Repetir punto 1 las veces necesarias, pero a mi juicio es como considerar que el problema es «haber aparcado mal» y no «darse a la fuga», como sugería una tierna sexagenaria a raíz de un pequeño incidente con la policía.
    3.- En La Vida Moderna hablaron del partído «Lo veo complicado»… su lema era algo así como: Si quieres, te prometo que haremos eso, pero vamos, que lo veo complicado.
    4.- Twitter debería ponerse como lema: «El infierno son los otros» 😀

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